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NOCHE  Y NIEBLA registra una de las múltiples violencias que padece nuestro país: la violencia política, la cual tiene un efecto tan perturbador como dinamizador de otras violencias que a su amparo y con similares prácticas se desarrollan.

La noche y la niebla, otrora motivo de inspiración, se han convertido en símbolo del terror y de impunidad que acompaña las más graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario en Colombia, cometidas por el Estado y los grupos paramilitares, y por los grupos guerrilleros.

NOCHE Y NIEBLA evoca las engañosas apariencias de una guerra que profundiza en el terror. Seres misteriosos, conocidos unos y des-conocidos otros, que amparados en la penumbra de nuestra historia actual y con propósitos encubiertos favorecen el miedo a través de ejecuciones extrajudiciales, homicidios fuera de combate, torturas, desapariciones forzadas, secuestros y otras abominables atrocidades.

Noche que oculta la verdad y niebla que disemina la responsabilidad, la mimetiza con ultrajantes y amparados mecanismos de impunidad. Noche que encubre, enmascara y aterra y niebla que distrae y confunde desdibujando la verdad. Noche que siembra amargura y odio y niebla que duele y silencia. Noche y niebla que ofenden la conciencia universal.